lunes, 2 de febrero de 2015

CAPÍTULO I

Lo primero a destacar del primer capítulo es indudablemente esa frase que tan conocida es por España y por el mundo: "En un lugar de la mancha de cuyo nombre no quiero acordarme...".


Aquí localizamos al señor Quijada como ese amante por los libros de caballería que deja todo su dinero en conseguir cuantos más libros mejor para poder conocer esas andanzas de aquellos caballeros, que le llevaron a la locura de insertar de un momento a otro, la ficción de los libros en la realidad más cotidiana. Y fué aquí en uno de sus delirios en los que decidió empuñar sus armas viejas y muy pesadas, y junto a su caballo, Rocinante, comenzar así sus aventuras. Pero antes era necesario encomendarse a una dama llamada en esos tiempos Aldonza Lorenzo. Pero él decidió buscarle un nuevo nombre a su dama y la apodo como Dulcinea del Toboso. Y así cambiando el nombre del caballo y de la dama finaliza este primer capítulo. 

En este primer capítulo se extrae la poca cordura que en Don Quijote aún queda porque a sabiendas de cual es la realidad más inmediata, él decide cambiar el nombre a su caballo y a esa mujer para intentar que su mente de forma consciente entre en ese cúmulo de locuras e imaginación propiciadas por los libros de caballería. Y es desde aquí donde se puede localizar esa continua crítica a la perversión de los libros de caballería que más que entretener al pobre Don Quijote lo llevan a cometer innumerables locuras a lo largo del libro. Por otro lado se destaca la bondad del pobre Alonso Quijano hacia la vida intentando convertirla en un mundo algo más amable de lo que a simple vista se puede extraer. Seria algo parecido a las utopías que el mundo actual nos muestra, son esas utopías las que han llevado al avance de la sociedad y es por ello por lo que aquí se muestra esa necesidad de cambio radical de un mundo que a este pobre hombre no le da la suficiente felicidad, ya que al fin y al cabo la última meta del hombre es vivir felizmente ese lapso de tiempo que aquí pasa y da igual como se haga, ya que en este caso el fin justifica los medios cuando los medios son únicamente el amor hacia un mundo algo más humano. Y así es como decía Agustín de Hipona: "Ama y haz lo que quieras". Don Quijote aquí solo esta amando ese reflejo del mundo en el que a el le gustaría vivir basado en la parte más noble y caballerosa de todo ser humano. 

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