¿En realidad es necesario realizar grandes hazañas para
aparecer en los libros de caballería y volver loco de remate a un señor con lo
que a mi parecer tenía pocos quehaceres?
O bien si formulamos la pregunta para una actualidad más
inmediata, la pregunta sería la siguiente:
¿En realidad es necesario realizar grandes hazañas para ser
reconocido mundialmente y cautivar a cientos y miles de personas que deseen
conocerte y poder ser algo parecido a ti?
Esta pregunta he de suponer que me vino a la mente, en el
momento en el que Don Quijote recordaba al marqués de Mantua (personaje
aparecido en una tragicomedia de Lope de Vega), recitaba un romance, deseaba ardorosamente
ser alguien parecido a ese marqués. Pero ¿y quién deseaba ser el labrador, el
buen hombre? ¿Por qué ese continuo rechazo a la sencillez?
El problema que he
podido encontrar aquí es que Don Quijote localiza a sus héroes en personajes
lejanos, fuera de una realidad tan cercana como la que en ese momento podía
vivir y es que en verdad los grandes héroes
de la historia no son los que aparecen en los libros de caballería, ni siquiera
en los libros de historia porque allí solo se guardan unos cuantos nombres y se
mitifican, pero los que no son mitificados, los que en verdad ayudan al prójimo,
extienden su mano, sacrifican su tiempo, ponen su esfuerzo y su mejor sonrisa,
son los que deberían ser reconocidos porque ellos son los auténticos héroes, y
no de la generación de Don Quijote sino de todas las generaciones que ha vivido
la historia.
Fue entonces cuando recordé al Ernesto Guevara, considerado
para algunos como un mito, un héroe, un luchador, un defensor de los ideales
pero detrás de él, está claro que habría otros muchos que no hablarían tan
bien, o que ni siquiera pudieron vivir lo suficiente para hablar, pero que también
han sido héroes, que dieron su vida por salvar al de al lado, que salvaron al
mismo Guevara, porque una persona sola nunca va a poder sobrevivir al ataque de
un “imperio”, necesitan mucha más gente, pero, ¿y toda esa gente?, ¿a ellos no
se les recuerda?, ¿no existe un lugar en la historia para ellos?
Y si fuese esto así, entonces que cruel el destino que
recuerda a quien quiere solo por fortuna. El esfuerzo, la perseverancia o los
ideales parecen no servir de nada para
un destino que parece estsar marcado por la suerte, por una ruleta rusa que no
siempre salva u ofrece la gloria y la fama al más justo y noble, simplemente la
deja girar al antojo de la misma…
Estoy de acuerdo contigo. Yo opino que todo el mundo busca hacer grandes hazañas para hacer historia, ya que todo el mundo le tiene miedo al olvido y quieren que cuando mueran su nombre siga presente en la memoria de la gente. Si lo pensamos, todas aquellas personas que siguen presentes en nuestra sociedad aún estando muertas, aquellas que estudiamos en nuestros libros de historia o que nuestras calles llevan su nombre, todas han hecho algo grande como tu lo llamas, así que tampoco es de extrañar que se quiera parecerse a ellas. Lo que yo me pregunto más bien es ¿por qué le damos más valor a estas personas que a los pequeños héroes que tú has nombrado antes? Tal vez si consiguiéramos cambiar eso le daríamos más valor a la sencillez.
ResponderEliminarLo que has dicho también de que el Quijote localiza a sus héroes en personajes lejanos me ha parecido algo muy cotidiano y que ocurre también fuera del libro, en nuestro día a día. Me refiero a muchas personas que mitifican a jugadores de fútbol o famosos y los sitúan casi a la altura de Dioses, cuando en realidad esos "héroes" no tienen nada que ver con ellos.
Alba C.
“[…]Que no hay memoria a quien el tiempo no acabe, ni dolor que muerte no le consuma.”
ResponderEliminarEste es un extracto del propio Quijote (capítulo XV) que creo, de alguna manera, se relaciona con lo comentado por mis compañeras Alba y Sofía.
En mi opinión, la gran mayoría no pasaremos a la historia, porque simplemente no habremos logrado nada lo suficientemente importante que haga merecer a nuestro nombre pasar a los anales de la historia (y esta es la cruda realidad).
Sí, claro que seremos recordados durante algunos años tras nuestra muerte por nuestros seres más queridos: nuestros hermanos, nuestros hijos, nuestros nietos, y tal vez, algún bisnieto… Pero el propio paso del tiempo borrará paulatinamente nuestra huella de este mundo.
Sin embargo, no creo que esto sea algo malo. Simplemente es que, como ha dicho Alba, no valoramos lo suficiente la sencillez… ¿O no merece más la pena una vida feliz en el anonimato que una efímera y desdichada existencia en el "estrellato"?
Marilyn Monroe y Amy Winehouse.
Ambas murieron (se sospecha que se suicidaron debido a que su fama les sobrepasaba y se sentían inmensamente infelices) por sobredosis a los 35 y 27 años respectivamente, serán recordadas por muchos años y por miles de personas. ¿Realmente les mereció la pena? ¿Hubiese sido diferente si no hubiesen sido famosas?
Rocío P.