miércoles, 4 de marzo de 2015

CAPÍTULO VII

Tras leer el capítulo, he recordado al finalizar la lectura que todas las personas tenemos a ese Sancho Panza en nuestras vidas, es decir esa persona que como dice la expresión "se apuntaría a un bombardeo" y a pesar de que todo es interés en él, he podido localizar cierto amor por la locura de aquel flaco y mal-armado "caballero" que se hace llamar Don Quijote.

Y es que sino fuese amor por la locura ¿qué tanto te puede incitar para dejar toda tu vida e irte a recorrer los páramos de La Mancha?. Y entonces supongo que he llegado a otra conclusión y es que al fin y al cabo la mediocridad continua de una vida basada en la familia, el trabajo y de vez en cuando de echar un cana al aire, no puede dar lugar sino a la necesidad de evadirse de la realidad que parece convertirse en uno de esos momentos que no acabará por mucho que lo desees; y eso parecía ser la vida de Sancho Panza hasta el momento en que Don Quijote le propuso irse de aventuras para conseguir grandes méritos y conseguir territorios donde podría Sancho Panza ser el rey.

Y para mí el problema que puede acarrear la mediocridad en la realidad actual que vivimos, es llegar a un punto en que nos aferremos a lo que se ponga por delante aunque tenga poco sentido, solo para escapar de una vida que no parece haber conseguido alcanzar todas esas metas que cuando eres niño te propusiste. Por tanto la lección (para mí en este capítulo) si se puede llamar así, sería intentar escapar a toda costa de la rutina y la mediocridad para no tener que llegar a un punto de necesitar realizar un cambio radical a nuestras vidas que finalmente no nos lleve a nada más que a sufrir o temer por un futuro desconocido y que mirándolo de forma realista, pueda resultar incierto.

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